El concepto de Triple Hélice que postula la relación estratégica entre Universidad-Empresa (Industria) – Gobierno (Estado); iniciado en la década de 1990 por Etzkowitz (1993) y Etzkowitz y Leydesdorff (1995), que abarca elementos de las obras precursoras de Lowe(1982); Sábato y Mackenzi (1982), interpreta el transitar de la “díada dominante” entre Industria y Gobierno en la sociedad industrial, a una relación “triádica” creciente entre la Universidad, la Empresa y el Gobierno en la sociedad del conocimiento.
Para entender esta metodología basta conocer que empresas como google y Microsoft, han basado su desarrollo tecnológico y de innovación al apoyo de las universidades y el estado, cualquiera podría pensar que estas macro empresas poseen el capital para innovar necesario y que no dependen de ayuda externa, nada esta mas alejado de la realidad, su éxito fue entender que no tenian el conocimiento pleno, que necesitaban al estado y que su riesgo financiero dependía del manejo que se diera a su proceso de innovación.
La queja recurrente de los empresarios es su baja tolerancia al riesgo financiero que requiere la innovación, la queja de gobierno es la escasa cobertura que sus programas tienen en materia de información para el desarrollo, la centralización de la información privilegiada que nunca es aprovechada por los territorios, y las universidades lamentando su incapacidad de desbocar su conocimiento al sector productivo en lenguaje de ciencia aplicada pararesolver los problemas de desarrollo.
El tiempo pasa y estos tres actores del desarrollo no logran ponerse de acuerdo, en analogía los tres amigos tienen el mismo problema pero ninguno actúa para resolverlo aun sabiendo que la solución la tienen los tres.
El gobierno lanza a su ejercito de técnicos a las regiones y estos buscan gremios que no están consolidados, territorios sin información y con limitaciones para actuar ya sea por infraestructura, por tecnología o por el simple miedo de apostar al desarrollo que como todo cambio es inherente a su cotidianidad, existen tantos comités de productividad, desarrollo y competitividad, todos muy respetados pero sin resultados que evidencien su gestión, que las regiones miran impávidas como pasa el desarrollo y nada pasa.
Los empresarios en su retorica costumbre de quejarse del poco apoyo, alzan sus voces en las reuniones, hablando del pasado como si fuera el presente y utilizando argumentos paquidérmicos en un momento tan importante como el que vive el país. Nada les sirve, nada los satisfacen y nada les hace despertar de polvoriento estado de letargo que terminara asfixiándolos y obligándolos a desaparecer del escenario económico del país.
Las universidades repletas de ideas de solución a los problemas, innovadoras tesis que representan soluciones definitivas a los problemas del sector productivo pero encriptados en un lenguaje que solo entienden los editores de las revistas científicas. Ávidas de transferir, desesperadas por reducir las brechas y protagonizar los cambios, sucumben ante la sordera de los gobiernos territoriales y los empresarios que los ven como un servicio inalcanzable en sus presupuestos.
Pido a través de esta columna que esa triada se una, no en comités con exceso de discursos si no en mesas de trabajo con visión compartida, objetivos claros, compromiso hacia el desarrollo e indicadores que midan sus avances y logros.
LUIS MARTINEZ GARCIA
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